martes, 6 de octubre de 2009

Por qué drogas NO

A menudo me han preguntado por qué no pruebo ni las drogas más comunes, como el alcohol o el tabaco. Por qué le doy tanta importancia a tomar de forma puntual una sustancia como la cocaína, el speed, anfetas, marihuana... personas de mi alrededor no entienden por qué me niego a probarlas "limitando" mis sensaciones. Tengo varias buenas razones para negarme. Ante todo quiero decir que estas son Mis razones y no quitan en absoluto que respete a los que piensan de forma diferente y tomen otras decisiones.

Bueno, la más obvia de las razones es el daño físico que provocan, todas las drogas son perjudiciales, ya sea a corto, medio o largo plazo... independientemente de que te hagas adicto, hasta las menos dañinas tienen un fuerte efecto sobre la salud al cabo de los años por inocuas que aparenten ser de forma inmediata. Al contrario que aquellos que delimitan la vida a un periodo de juventud, quizá hasta los treinta y cinco o cuarenta años; yo pienso que, con el cuidado adecuado, ese periodo puede alargarse bastante y no tengo ningún interés en privarme de una década o más de bienestar por probar unas pocas sensaciones artificiales. Aparte, también pienso que una madurez, sin caer en la decrepitud, es una parte de la vida que estoy dispuesto a disfrutar; no tengo prisa por irme a la tumba. Muchos de los daños que provocan las drogas son sistemáticamente ignorados o trivializados; cosa que, en el caso de las drogas legales, se ha llevado a cotas increíbles, atribuyendole en algunos casos más ventajas que desventajas (tapando las últimas lo más posible claro).

Otra buena razón para no probar las drogas es que son imprevisibles, en varios sentidos.
Para empezar rara vez sabes bien lo que estas consumiendo, lo que puede dar lugar a muchas consumiciones indeseables que te provoquen aun más daño y/o que te arruinen otras buenas experiencias.
Pero, más allá de eso, tampoco puedo saber como reaccionaría la química de mi cuerpo al consumo de una de estas sustancias. Puedo considerarme una persona con una voluntad de hierro e incluso puede que lo sea... pero, si la química de mi cuerpo hace que una droga me cause una adicción de forma muy superior a la mayoría de la gente, me convertiré en un adicto a esa droga en menos de un suspiro.
En ese sentido hay mucha gente que dice: "hay que hacer un consumo responsable", bien, yo respondo: "tú que has tenido la suerte de poder hacerlo"... porque solo en parte es fuerza de voluntad tuya, otra parte muy importante es haber tenido la suerte de que para la química de tu cuerpo no resulte terriblemente adictiva y eso no lo sabes hasta que lo pruebas... Cuando quiera jugar a la ruleta rusa usaré un revolver, siempre he sido un clásico para algunas cosas.

La última y quizá más importante razón por la que no consumo estas substancias es que... me limitarían.
Me explico, pondré un ejemplo con una de las drogas de uso más común, el alcohol. Todo el mundo conoce el efecto que provoca el alcohol, es un desinhibidor social que, sin pasarse de una cantidad determinada, provoca también algo de euforia. Bueno, todo el mundo que bebe alcohol suele buscar estos efectos (el puntillo) y parecen creer que no hay otra forma de conseguirlos pero, para mi, es solo la respuesta fácil. Es posible ser desinhibido y alcanzar el mismo estado de euforia que provoca el alcohol sin tomarlo, tan solo hay que educar la mente, crearte la estructura mental adecuada. Suena más complicado de lo que es.

Integrarte socialmente, sentirte bien, evitar preocupaciones... son necesidades que crea nuestra mente emocional, son nuestros instintos. Para mi las drogas representan la solución inmediata a esas necesidades pero, ya hace tiempo que comprendí, que la satisfacción de las necesidades inmediatas no es equivalente a la felicidad. Todas esas emociones creadas por mis instintos puedo cubrirlas por mi mismo sin tener que usar sustancias externas aunque, por supuesto, requiere de un poco más de esfuerzo inicial que tomar una pastilla o un vaso de "jarabe".

Y si tomas drogas no puedes evitar su influencia, ya que manipulas artificialmente lo que estas sintiendo. Es como cuando estas malo y te tomas una pastilla que elimina solo los síntomas... pues igual te puedes ir de fiesta sin saber que por dentro tu enfermedad se esta volviendo más grave. Yo prefiero saber que estoy mal cuando estoy mal, eso me permite tomar las medidas oportunas para llegar a estar bien. Si ese día necesito quedarme en cama para evitar empeorar, me acuesto y me arropo.

Aprender a llegar a los estados emocionales que quieres por ti mismo tiene grandes ventajas, te permite conocerte mejor y controlar mejor tu estado de ánimo cuando estas mal, reconduciéndolo. Y te permite satisfacer esas necesidades que prometen mitigar las drogas en momentos en los que no es adecuado tomarlas debido a los efectos secundarios.
Realmente yo noto que desarrollar estas capacidades me ha mejorado sensiblemente la vida y, la mejor manera de conservarlas, es no tapando ningún síntoma con las drogas si algo va mal.

Por todo ello, una vez más me reafirmo en mis razonamientos. No deseo drogas en mi vida, ninguna.

jueves, 1 de octubre de 2009

Felicidad: punto de vista global

A menudo me gusta reflexionar sobre lo obvio o, mejor dicho, lo que todo el mundo considera tan obvio como para que no haga falta reflexionar sobre lo que implica. Gracias a esta decisión consciente de analizar las implicaciones de conceptos que nunca encuentras en una conversación corriente he llegado a conclusiones que, hoy por hoy, determinan gran parte de mi forma de pensar.

La felicidad es uno de estos puntos negros, un concepto que se haya presente en todo momento en nuestra vida, totalmente determinante en nuestro comportamiento y, sin embargo, salvo cuando sufrimos un extremo (ya sea alegría o desgracia) casi nadie se acuerda de ella... ¡pero esta ahí! todo ser humano desea emocionalmente y quiere razonadamente ser feliz. Y nuestro comportamiento, nuestra actitud ante la vida, nuestras decisiones... todas están orientadas, con mayor o menor acierto, buscando esa felicidad que tanto anhelamos. Luego, si es tan importante, dediquémosle un momento de atención al menos.

Aclararé de lo que No estoy hablando para que resulte más entendible, ya que estoy convencido de que a esta altura del post estas pensando: "Esto no es cierto, a menudo pienso en la felicidad y en lo que debo hacer para alcanzarla" o algo parecido.
Bueno, pues no me refiero a eso. Intenta pensar en la búsqueda de la felicidad como una característica común de todas las personas. Tu abuela, con todas sus decisiones, su forma de pensar y sus circunstancias a tratado de ser feliz en cada día de su vida, igual que tu amigo, el vecino del tercero, aquel chaval que te cae tan mal, el dependiente de la tienda, el párroco, tu pareja, Napoleón y un nazi de la segunda guerra mundial con todas sus atrocidades.

A lo que me refiero es a que da igual a lo que se dedique una persona, no importa su trabajo, ni sus sueños, ni sus ideas, ni sus circunstancias, ni lo mal o lo bien que se porte con los demás a su alrededor... en realidad y se den o no cuenta, todos están buscando exactamente el mismo objetivo, si a esa meta pretenden llegar ayudando a la gente a su alrededor o pisándola es solo porque creen o razonan que es la forma de conseguir el premio último, su felicidad.

Esa creencia o razonamiento de la forma de conseguirlo es lo que esta condicionado por las circunstancias de cada persona: su educación académica y emocional, su entorno familiar, económico y social, sus capacidades físicas, sus características genéticas, etc.
Pocos aciertan en su forma de buscar, legión son los que gritan que son felices y se autoengañan, a menudo por conformarse con la satisfacción a corto plazo sin pensar en las consecuencias.

Esto es lo que me ha llevado a convertirme en enemigo de la ignorancia, es a este tipo de ignorancia a la que deseo combatir, la que extravía a las personas en su camino hacia la felicidad causando dolor y sufrimiento tanto a si mismos como a los demás, no por motivos altruistas, sino porque la desorientación de los demás también me afecta y es parte positiva o negativa de mi propia felicidad.